Cuadrangulares: una vez más, la ilusión hiere

Real Cartagena lleva trece años consecutivos en la Categoría Primera B del fútbol colombiano. «Sin palabras, causa».

No vi a Cristian Marrugo yéndose contra los hinchas tras el encuentro Real Cartagena vs Boca Juniors de Cali, Torneo de Ascenso II-2025. La transmisión del partido no pasó esas imágenes, pero escuché los comentarios finales de los narradores mientras sostenía en el pecho una impresión que no supe definir al principio.

Luego me vi hasta el final la rueda de prensa con DT y capitán: fue vergonzosa y exasperante cada palabra que Néstor Craviotto y Concha Marrugo respondieron a su vez. Entonces supe cuál había sido el pálpito de antes. Era pena ajena, ya sin duda, ¡y cules ganas de patear la lonchera! Pero toca cogerla suave, con calma, con tacto.

Lo cierto es que la actitud desobligante de ambos fue fatal para el corazón-razón. La falsa humildad de Marrugo al ofrecer unas tacañas disculpas por el autogol cometido se hacía evidente —y aún más déspota— al no dejar de rascarse el ojo durante la rueda, como cuando tiene flojera de estar ahí. No pues, ¡se está durmiendo el pecho frío de turno! ¡El recién elegido chivo expiatorio! Cómo se desdibujan las leyendas… cómo se pierde el respeto, ¿atrás de qué negocio?

Real Cartagena FC: elegía de la ciudad

El empate en casa 1-1 ante Boca Juniors de Cali es elocuente: ventaja por sede y superioridad numérica a favor de Real Cartagena —11 contra 10—, ¡y no se ganó! ¿Presenciamos el modus operandi de siempre? Es decir, embutir las alineaciones más descabelladas en momentos clave para garantizar el desastre, luego de que la ciudad se ha enganchado la pinta para asistir a la fiesta de la Primera A y ya pidió el Uber. Pero aquí la dejan, emperifollada y ridícula, como a novia en Barranca. Una y otra vez.

Ante esto, consulté a Samir Torres Fúnez, colega universitario, periodista y comentarista deportivo cartagenero, doliente del auriverde, diciendo: «Este empate nos deja como malparados, dentro de todo el mal panorama que había».

El experto opina que Cartagena, desde que pasó la línea de 21 puntos, está clasificado. «Ahora, también queda dependiendo de qué pueda hacer Boca Juniors hoy y en la última fecha versus Jaguares. Para mí, el verdadero problema es que va a entrar a los cuadrangulares otra vez a hacer un ridículo», expresó Torres en su momento. ¿Muerte cantada o mero pesimismo plenamente justificado?

Tras la fecha uno, me parece haber visto la misma rueda de prensa que se repite desde hace años, una que no ofrece sorpresas ni consuelo alguno, al contrario, indigna más a la afición y al periodismo local; porque claro, no llegamos al nacional desde este inmenso valle. No llegamos ni a ser dignos de que un Martín de Francisco, en su insondable delirio deportivo por toda pelota en cancha, nos alargue un comentario piadoso a mediodía en la radio.

¿Jugar a perder?

El Real Cartagena parece destinado a quedarse en la B indefinidamente. Esta sensación de repetir la historia, este largo déjà vu, ya perdió sentido. Antes llegó a ser, incluso, estimulante. Ahora ya conocemos de sobra la fórmula, se acabó el desconcierto, creo que esta fue la última… como siempre. ¿O acaso volveremos, como cada campaña, a retoñar la esperanza de la primera división, de la dignidad?

Hay infraestructura, hay afición y público dispuesto a pagar por ir al bellísimo estadio olímpico que tiene Cartagena. ¡La ciudad está lista para el ascenso! Pero el equipo no. La dirigencia no. En este punto, no es el resultado egoísta y mediocre lo que inquieta, sino la manera en que se perpetúa un sistema evidentemente diseñado para romper la fe colectiva justo cuando reverdece. ¿Qué mensaje le deja esto a la ciudadanía, incauta o no? ¿Condenados estamos a pervivir en nuestras ruinas?

Eso está como el resultado del partido contra Patriotas, segunda fecha de cuadrangulares, en el que, lejos de casa, se comenzó a pérdida por dos goles y, en el segundo tiempo, Montero y Meléndez reabrieron la herida heroica cada uno con su tanto. Condenada esperanza, ¿qué hicimos para merecerte?

«La verdad ya no sé qué se debería hacer para lograr el ascenso porque se ha hecho prácticamente todo: nóminas con juveniles, con experimentados, mixtas, costosas, austeras, en fin», me decía el colega su pena, con el corazón sangrado. «Como te decía el otro día, que bueno que a ti aún te quedan sentimientos, porque yo veo cómo salen dirigentes y jugadores después de un partido en sus carrazos a tomar a sitios carísimos y uno todo achicopala’o».

Noche de tigre y esperanza en bucle

Conste que el problema aquí no es la falta de sentimiento, a favor o en contra. Eso se nota en la indignación de la gente que sigue el devenir de la nómina, incluso en quienes se burlan de ello porque, desde una mirada no-antropológica, consideran el fútbol como algo superficial. Pero, en resumen, también en la testarudez de quien continúa yendo al estadio como rito, reuniéndose en la tienda frente al Jaime Morón bajo lluvia o canícula, posponiendo los deberes en plena jornada para sintonizar los partidos o invirtiendo el tiempo de la vida escribiendo una columna de opinión que convoque y que acaso, en el fondo, sí consuele, si se quiere.

Uno le pregunta a Victoria Orozco Sanabria, historiadora cartagenera y lideresa en la barra Aguante 99, y uno sabe que importa: «Es impresionante ver cómo las emociones en el fútbol suben y bajan en segundos. La fe muere y revive. O vive y, en un segundo, muere». Ese sentimiento del que habla también Samir, el común y el particular, está ahí, aunque golpeado. Pero está la emoción, ese impulso ineludible que lleva a las especies a la autopreservación pese a las adversidades, adelante de todo cinismo, con el descaro que da el pundonor.

Con todo, sabemos también que existe la selección natural, y que las especies, como en este caso los equipos, en ocasiones no son capaces de subsistir en un entorno agresivo para su desarrollo. Y las directivas del Real Cartagena parecen creer que tienen entre manos a una gallinita de los huevos de oro que, si sube a la A, es igual a degollarla, porque con el ascenso se clausura la rentable crianza y venta de pollitos jugadores.

Los pedazos de la ciudad se juntan en el estadio. Identidad, autoestima, esperanza, inversión de recursos, íntimas aspiraciones. Y también van los niños. Se los pide Helen, la esposa del Reverendo Alegría: «¿¿Alguien quiere pensar en los niños, por favor??».

En un giro impensable, empató Real Cartagena en Tunja durante el segundo encuentro previsto. Qué locura. ¿Y ahora? ¿Cuál será la mueca de Marrugo en casa ante Cundinamarca? ¿Cuál es la estrategia del equipo de cara al futuro? ¿Volveremos a perder penosamente y a atacar a la hinchada o nos espera el ascenso? ¡Caminen rápido, poetas! ¡Noche de tigre!

No te canses, Jhonky. Tú no conoces la derrota.


Cartagena de Indias, 8 de noviembre de 2025